4.6.07

Como jugador era un gran técnico

Bielsa tuvo una carrera futbolística sin pena ni gloria, hasta estuvo en la C. Un dos duro, que ordenaba y que, como ahora en el banco, se transformaba al jugar.

Jugador del montón. Acostumbrado al barro, a las canchas poceadas, a pelearla de abajo, a ordenar, a meter con todo, temperamento puro, a transformarse dentro de la cancha. A jugar varias veces sin mucha gente en los estadios, a tratar de destruir antes de construir. Defensor central, derecho, corpulento, buen cabeceador. Tipo exigente, muy responsable.

Marcelo Bielsa tuvo una carrera como jugador totalmente distinta de la que está desandando como técnico. Entrenador de la Selección que se clasificó caminando para el Mundial, campeón con Newells en la Bombonera, sus principales logros desde el banco. Fuera de la cancha, figura. Dentro, uno más, un defensor que la luchó y que se terminó retirando en el anonimato. Como ésos que un día dejan el fútbol y nadie se entera. Y pasa inadvertido, como cuando el Loco decidió colgar los botines en Argentino de Rosario, después de once años en el fútbol. "Un día vino y dijo: Soy mediocre o malo, por eso prefiero dedicarme a la dirección técnica, que es mi pasión", cuenta Miguel Angel Colacray, ex compañero de Bielsa.

El conductor de esta superselección que volvió a pisar fuerte en el mundo llegó a jugar en la Primera C. Tuvo una corta historia como jugador de Primera, de cuatro años. Rica, con anécdotas, con detalles que fueron formándolo y que demuestran por qué es como es

Siempre igual. Siempre en el Interior. En las Inferiores y en la Primera de Newells, en Instituto de Córdoba y en Argentino de Rosario. José Luis Danguise lo conoció en el pueblo de Morteros, donde el Loco iba a veces de vacaciones para visitar a la familia materna. Y después compartió varios años con él, cuando eran pibes: "En Newells no jugábamos en la misma división, pero yo recuerdo que él tenía cierta habilidad, aunque se destacaba más por presencia física, por su contextura. Cuando fuimos a Instituto a jugar la liga cordobesa, se transformó en un defensor más rústico, se fue embruteciendo, incluso él lo reconoce siempre. No estaba conforme porque veníamos de una escuela como la de Newells, de Griffa, y no le gustaba mucho Instituto; él se descargaba en confianza. Instituto era un equipo mediocre que no lograba funcionar. Vinimos como salvadores y no nos fue bien. A todos nos afectó el cambio de Rosario a Córdoba, el trato de la gente, la infraestructura de la cancha, los vestuarios, la relación con los compañeros..." Desde el fondo, transpirando la camiseta, jugando al filo, con la motivación con la que dirige desde el banco, Bielsa no pudo conseguir títulos (sólo en Reserva, en un recordado equipo de Newells) ni tener mucha relevancia. Bah, relevancia pública, porque sí sobresalió en los grupos. "Estábamos juntos a diario y él siempre andaba con un libro de Borges bajo el brazo. Rompía las reglas, tenía libros a patadas. Vivíamos en el mismo edificio y él la pasaba bastante solo, se cortaba un poco", cuenta Danguise.

Alberto Martarello es otro de los ex compañeros del Loco, con quien jugó en Argentino de Rosario. Y actual amigo. Confiesa que "como jugador, no era una luz pero bastante técnico. Salía jugando, tenía un buen físico, era aguerrido. No hacía goles. Quería siempre ganar, no le gustaba perder a nada". Jugador fuerte, con mucho entusiasmo, responsable... ¿De Selección? Lejos... Pero el destino quiso que alguna vez estuviera. Primero fue en el Sudamericano Sub 19 de Chile, en el 74, cuando se sumó de urgencia al plantel. El seleccionado argentino fue tercero, el campeón fue Brasil y Bielsa no jugó: "El era muy callado, como ahora, aunque se integraba bien al grupo", recuerda Daniel Bertoni. La revancha le llegó dos años después, otra vez por un problema organizativo, y pudo estar en febrero de 1976 en el Preolímpico Sub 23 de Recife, clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Montreal, Canadá; a último momento se resolvió que Argentina fuera y el Flaco Menotti, amigo de Jorge Griffa, le pidió que llevara a su equipo de Reserva, que venía de ser campeón. Esta vez Bielsa se puso la pilcha de la celeste y blanca y Argentina fue tercera (detrás de Brasil, el único clasificado, y Uruguay). "El anduvo bien porque tenía mucha personalidad. Siendo joven, era un jugador maduro; era muy claro, práctico, trataba de no complicarse, iba bien arriba y jugaba al límite", recuerda Colacray, quien también estaba en esa Selección... en la que Bielsa se destacó, porque fue elegido en el equipo ideal. "La zaga central la integraba con el famoso brasileño Edinho. íQué falta de respeto!", confesó Marcelo, humilde.

Poco después, el 1 de marzo del 76, llegó del debut oficial de Bielsa en Primera, en un equipo en el que estaba el Tolo Gallego y que dirigía Juan Carlos Montes . En el Parque Independencia, contra River, por el Metro: fue derrota 2-1. "Sabella le busca la espalda a Aguerópolis, desequilibra a Bielsa... y gol de Crespo", decía la crónica de Clarín. Un partido más y al año siguiente el pase a Instituto de Córdoba con tres compañeros-amigos: Raúl Delpóntigo, Carlos Picerni y Danguise. A vivir solito en un departamento de dos ambientes del centro cordobés, a jugar por la liga local. "Llegó para cubrirle la espalda a Miguel Angel Olmedo, que estaba lesionado", cuenta Perriot, el arquero de ese equipo que no llegó a clasificarse para el Nacional. Danguise, delantero, revela cómo era el Loco entre amigos, su pasión por la táctica: "Había algo que ya lo perfilaba como técnico. Nos juntábamos en el departamento de él o en el mío y, en un papel, delineaba cómo tenía que jugar Instituto. Ponía los nombres de los jugadores y cómo había que jugar. Estaba mucho más adelantado que nosotros, tenía mucha claridad para ver el fútbol. En el medio de la mesa, hablaba con un convencimiento total de cómo se debía jugar. Y era siempre ofensivo. Ya conversaba sobre cuestiones tácticas, era especial".

Sí, muy especial. Hasta en las palabras, como ahora en las conferencias de prensa. Un hombre con cultura, instruido... distinto. "Hablaba muy bien, tipo Valdano. Leía libros, conversaba de otros temas además del fútbol", cuenta Mario Zanabria, quien lo vio crecer en Newells. "Se notaba que era un tipo inteligente, personal en sus decisiones", explica Picerni, ex ayudante del Loco .

Más allá de la técnica, quiere orden, concentración, disciplina, esfuerzo, huevos, ir al frente. Es lo que pide Bielsa dirigiendo la Selección. Algunas de las cosas que aprendió a hacer de pibe, en la cancha, como jugador .